IFE e INE surgieron del esfuerzo colectivo de mujeres y hombres que lograron construir acuerdos políticos en lo fundamental para darles expresión legal y generar condiciones para que la ciudadanía organice las elecciones y no sean los gobiernos en turno ni sus partidos quienes las controlen. Seis reformas electorales sucesivas establecieron y depuraron mecanismos para erradicar prácticas abusivas del fraude electoral, crearon instituciones sólidas, autónomas e imparciales que dan a conocer los resultados con pulcritud y revisan el apego a la legalidad de los comicios.
Son las y los ciudadanos quienes instalan las casillas, reciben y contabilizan los votos con auténtica convicción cívica, integran los consejos distritales y locales del INE, observan el desahogo de los procesos electorales y representan a partidos en todas las instancias electorales, cada uno cumpliendo su rol con apego a una saludable institucionalidad democrática. El INE y el Tribunal son producto de más de tres décadas de ajustes y reformas sucesivas que progresivamente los mejoraron y adaptaron a las exigencias de la realidad.